Para nuestro último día en Kazajstán decidimos hacer algo fuera de lo normal. La Unión Soviética, por todos sus males, definitivamente fueron patrocinadores del arte (conque estuvieran aprobados). Esa afección a todo que sea relacionado con las artes se instilo a sus territorios anteriores, tal como en Kazajstán. Hoy, como una nación soberna, Kazajstán está muy interesado en el opera, ballet, sinfonías, y ese tipo de cosa. De coincidencia la primera noche de Réquiem de Mozart estaba tocando en nuestra última noche en Almaty. Parecía una buena despedida de Almaty.
Los empleados de nuestro albergue nos dirigieron hacia la taquilla para la sinfonía, que estaba localizada al lado del Mercado Verde, conocido como el bazar de Almaty. Después de comprar los boletos entramos al bazar para ver las cosas. Es apropiadamente grande y caótico, vendiendo de zapatos a herramienta. La parte que contenía la comida era muy atractivo. Disponible para compras había un montón de frutas secas y frescas, pepinos, especies, y otras cosas que se pueden consumir las cuales no podíamos identificar. Los carniceros estaban bien organizados en cuanto a las cuatro categorías de carne de Kazajstán – borrego, res, cerdo y caballo.
En la tarde visitamos el Museo Kazajo Nacional. Fue un poco decepcionante, principalmente por que había varias secciones en el museo de las cuales teníamos que comprar un boleto separado. Y estas no eran exhibiciones especiales, estas eran exhibiciones permanentes como la historia antigua de los Kazajos y arte. No tuvimos suficiente interés para comprar los boletos y entrar a las exhibiciones dimos la vuelta al museo con nuestros boletos regulares y eso fue un día.
El concierto estuvo muy bonito, completo con un violinista famoso, solista, y un coro. Un individuo toco un instrumento de viento que se parecía un poco a un clarinete pero claramente no lo era. Cindy y yo nos preguntamos si los Kazajos habían importado a un instrumento tradicional y el músico para substituir algo de Réquiem. Ciertamente sería algo bueno y local. Después del concierto, regresamos al restaurante Gregoriano y nos terminamos nuestro dinero Kazajo.